viernes, 28 de febrero de 2014

© Mala praxis











Se dio a la tarea de buscar  en el libro
alguna imagen que le recordara
cuando el amamanto estaba en flor,
y en los nidos apenas piaban los polluelos.
Cuando los capullos eran cunas monarcas.
y el rugir era un lastimoso llamado,
como el primer trotar un infructuoso paso.

Todo eso venía a su mente,
en ese instante que intentaba recrear
algo quizás olvidado,
aquello que solo los hijos del viento
sabrían descifrar,
y hoy al necesitar aquellos
brazos paternales
que también supieron ser maternos,
intentó recordarse niña.

Esos mismos brazos
que de seguro le curaron sus heridas al
caer de aquél manzano…
Cierra el albúm, se palpa el vientre,
no hay más que buscar,
por primera vez entiende porque
nunca hubo cicatriz.
 ***

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