El
término fantástico, en la vida real nos remite a algo maravilloso, increíble o
inexplicable que asociamos a una fuente poderosa, o suprema que es dueña de esa
manifestación. La literatura ha explotado este género como ningún otro arte,
esto quizás por el hecho de no estar exenta de una realidad y verdad sin
importar tiempo, o espacio.
Mi gusto
por la lectura de género fantástico me ha llevado a compartirles este texto,
que tampoco está lejos de nuestra realidad humana, y menos animal.
“Compré el mono
en el remate de un circo que había quebrado... La primera vez que se me ocurrió
tentar la experiencia, fue una tarde: los monos fueron hombres que por una u
otra razón dejaron de hablar.
Agoté toda la
bibliografía concerniente al problema sin ningún resultado. Sabía únicamente,
con entera seguridad, que no hay ninguna razón para que el mono no hable. Esto
llevaba cinco años de meditaciones…
Yzur era
ciertamente un animal notable, sábese que el chimpancé es entre los monos
el mejor provisto de cerebro.
Decidí, entonces,
empezar mi obra con una verdadera gimnasia de los labios y de la lengua de mi
mono, tratándolo como a un sordomudo.
La gimnasia
produjo su efecto pues a los dos meses ya sabía sacar la lengua para burlar.
Los labios dieron
más trabajo pues hasta hubo que estirárselos con pinzas…Al fin aprendió a mover
los labios.
Comencé,
entonces, la educación fonética.
Dada la
glotonería del mono decidí asociar cada vocal con una golosina. Yzur las
aprendió en 15 días.
Las consonantes
me dieron un trabajo endemoniado, hube de comprender que nunca llegaría a
pronunciar aquellas en que entran los dientes y las encías…
Pasaron tres años
sin conseguir que formara palabra alguna.
Por despacio que
fuera, se había operado un gran cambio en su carácter. Su sensibilidad se
desarrollaba igualmente.
Iba notándosele
una gran facilidad de lágrimas.
Las lecciones
continuaban con inquebrantable tesón. Aquello había llegado a convertirse en
una obsesión dolorosa, y poco a poco sentíame inclinado a emplear la fuerza.
Empezaba a
convencerme de que nunca lo sacaría de su mutismo, cuando supe de golpe que no
hablaba porque no quería…
El
cocinero, horrorizado, vino a decirme una noche que había sorprendido al mono
“hablando verdaderas palabras”.
En vez de dejar
que el mono llegara naturalmente a la manifestación del lenguaje, procuré
imponérsela por la fuerza. No conseguí sino las guiñadas hipócritas y la ironía
en sus muecas. Me encolericé, y sin consideración alguna le di de
azotes, lo único que logré fue su llanto, y un silencio absoluto…
A los tres días
calló enfermo, en una especie de sombría demencia…
Mejoró al cabo de
mucho tiempo, quedando, no obstante, tan débil que no podía moverse de su cama.
El demonio del
análisis, impulsábame, sin embargo, a renovar mis experiencias...
Comencé muy
despacio, pidiéndole las letras que sabía pronunciar. ¡Nada! , háblele con
oraciones breves, procurando tocar su fidelidad o su glotonería. ¡Nada!. Por
momentos deseaba que se volviera loco, a ver si el delirio rompía su
silencio”...
***Extracto
del cuento “Yzur” de Leopoldo Lugones (1874-1938). Género fantástico.
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