sábado, 22 de febrero de 2014

© Quimera












 Nadie percató retoque alguno.
Todo estaba en su lugar,
solo la talquera y el rimel
seguían al fondo de su bolso.
Hoy parece no va necesitarlos,
ya no hay razón para tapar
cicatrices, ni lunares,
ni esas mínimas imperfecciones
que ayer se preocupó ocultar.
Por lo demás quién iba sospechar nada.
 ¿Y él?
 él dejó de arrancarle sudor
a la tierra y se dedicó a mirar las estrellas.

Ya hace mucho que se conocieron,
y se habían aceptado como eran,
aunque nunca entendieron
porque él, y porqué ella.

Hoy tenía que ser diferente,
olvidar que él llegó primero,
y que ella fue arrancada de otro
para fecundar su libertad.

Hoy, ella y él elegían cambiar de identidad.

***

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